Me están empezando a gustar las obras clásicas| Othelo

Nunca pensé que una obra clásica me iba a divertir tanto. Si hay algo que me traba a la hora de ver algo no contemporáneo, es la frontera idiomática. Cuando las adaptaciones son muy fieles a su original en un destino espacio-temporal completamente distinto, ¿qué lugar hay para lo que ya trae quien va a ver el espectáculo? ¿cómo se reformula eso? ¿cómo puede entrelazarse y construir algo nuevo?

Pero en esta versión de Othelo se la jugaron mucho más no sólo desde el lenguaje verbal, sino desde toda la composición escénica: todas las acciones estaban pensadas para un ahora, y eso se esforzaba por hacer saber. Cada tanto, los actores y actrices rompían con la pared —física y emocional— del público para vincular la obra con el presente del teatro —»Al principio no se entiende nada pero después sí», «Esto no termina más»—.

En este tipo de espectáculos, con una historia ya conocida y trabajada en distintos formatos y soportes, es que se ve el gran laburo de dirección y actuación. Conocemos el argumento, pero toda la magia que pasa ahí es mérito de ese equipo que lleva ya varios años en cartel.

Carla Bleiz

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