Ni bien escuché el nombre de la obra, me dieron ganas de verla. Me parecía poderoso y recordable. Cuando efectivamente la vi, sentí algo que me hizo entender por qué me había motivado tanto ese título: la fuerza del detalle es lo que le da cuerpo y coherencia al todo escénico.
Tanto los elementos escenográficos como los de guión y construcción de personajes arman una historia llena de colores y texturas. Y es ahí cuando podés reirte y entrar en llanto caótico casi en el mismo momento.
Los objetos de la casa de Mabel son parte del vínculo, de la presencia, del hogar construido, del nido. Cada detalle es tan simple y potente que su conjunción va tejiendo un entramado difícil de desarmar.
¿Pero cómo es Mabel? ¿Qué representación propone? Y ahí también hay algo interesante: Mabel no representa estereotipos arraigados en la mayoría de quienes podrían ser nuestros padres, madres o abuelxs hoy, sino más bien de lo que somos o seremos nosotrxs, con creencias y sistemas de valores predominantes con los cambios de paradigma actuales.
En definitiva, tiene muchos elementos para ahondar. Cada detalle es poderoso en su existencia y en su relación con los otros, y los objetos cumplen un gran rol en eso.
Carla Bleiz
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