Si el tiempo se mide en porciones cuantitativas, el rato es la ruptura con ese tiempo lineal. El rato se mide por lo cualitativo: por la calidad de ese tiempo que pasamos. Se mide por la calidad del estar con una amiga tomando unos mates, de lo que voy a tardar para terminar una tarea, de lo que aguantes vos antes de que yo tenga ganas de levantarme de la cama. Ese rato es todo eso, y por eso es tan valioso. Es nuestro desanclaje de la linealidad y de la no escapatoria del tiempo.
Ese tema, entre música, historias y tweets sobre filosofía, construye el espectáculo de filosofía y música de Darío Sztajnszrajber y Lucrecia Pinto en el Konex. Es un gusto que nos damos quienes un jueves y viernes a la noche, muy lejos de Puan, podemos hacernos preguntas sobre la práctica cotidiana.
Si bien había visto Salir de la caverna y Desencajados hace unos años, este espectáculo tomó otros elementos actuales. Con la música me pasa algo raro: cada vez que la escucho siento que no la escuché antes. Le encuentro acordes y matices distintos cada vez. Parece que me atravesara la piel. De a momentos se torna un rato que no quiero que se termine.
Carla Bleiz