Si de experimentar arte siempre salís distintx, en el Konex eso es más que frecuente. Esta vez fue la primera que no dije que iba a «ver» una obra de teatro, sino a «participar» de la escena. Cuando salí me costó explicar la experiencia sin contar un poco del argumento del que todxs fuimos parte.
Y es que Chingu Containers se nutre y es -más que cualquier otro producto cultural- por la gente que va. Es teatro interactivo en el que más de una vez sentí incertidumbre y tensión. Ya no tenía a mi cuerpo controlado, estaba expuesta en una situación que no sabía cómo iba a terminar. Y eso estaba buenísimo.
Si hablamos de público activo tenemos que poder generar experiencias así de inmersivas en todos los géneros y estilos. Es un camino muy copado para recorrer.