De casualidad —o no tanta, porque eligieron esa semana para reestrenar— vi Noche de paz en la semana del 8 de marzo, día de la mujer y momento para replantearse ( si no lo hicimos antes) las distancias entre los derechos de los hombres y las mujeres.
En casi todo el mundo está habiendo movimientos que visibilizan esas desigualdades y luchan por remediarlas. Soy de las que creen que la lucha es la salida, no hay otra: con pasividad nunca se logró nada.
En este contexto, la obra cruza temáticas como la completitud de la mujer y la crianza patriarcal que refuerza las desigualdades. Cuestiona formas de representación y propone pensar otras a partir de la diversidad y del rol activo de la mujer.
Es una comedia que absorve a quien la ve: divierte, entretiene, interpela y cuestiona. Es tan real que es difícil disociarla de los vínculos cotidianos, y es que el teatro sirve un poco para eso: recorta y muestra esa partecita para que nosotrxs armemos todo el resto.
Carla Bleiz