¿Qué es el deseo que no se pone en palabras? ¿Sigue siendo deseo? ¿Cómo se cataloga la volatilidad?
No puedo sino más que celebrar la coherencia interna y prolijidad con la que se llena de sentido el significante tren en toda la puesta en escena. El tren atraviesa el espacio de maneras diversas pero siguiendo una misma circularidad.
Los personajes de Como si pasara un tren buscan crecimiento, autonomía, diálogo, y todo eso se manifiesta a través de la construcción del propio deseo. Es decir, en la necesidad de poner en palabras eso que se piensa que se quiere. Cada fonema de intercambio contribuye a entablar un mejor vínculo con un otro que aparece bien cerca pero, también, tan cerca que perturba. Ese espacio para la libertad es fruto del escucharse en cada uno de esos sonidos.
Las buenas obras y actuaciones logran que se perciba una transformación de la totalidad de los personajes en escena; que se quieran y cuestionen todos. Eso sucede, además, porque el tren también compone una transversalidad entre ellos. Condensa inquietudes con miedos inquietantes; mezcla ruidos que encierran tristeza con vías que abren caminos a todas partes.
Poner el deseo en palabras en Como si pasara un tren es hacerse cargo de eso no dicho, y de hablar hasta que las palabras no se interrumpan ni entrecorten. Hasta que todo se unifique en un mismo transitar.
Carla Bleiz
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