¿Qué pasa cuando un mismo actor o actriz encarna diferentes personajes en distancia de milisegundos, y como espectador/a le creés ciegamente a cada uno de ellos? Es un poco meterse en la esfera de lo increíble pero verosímil, con tanta magia que se desparrama por todas las butacas. Ahí es cuando todo lo que ocurre en ese tiempo se adapta perfectamente a la historia.
Cuando vi Asesinato para dos me vino un flash de El bululú de Osqui Guzmán. Sentí esa obra por la versatilidad de la labor actoral. Es tan intrínseco de la disciplina y, a la vez, tan difícil de lograr.
Pero no quiero refererirme sólo a la versatilidad actoral en particular, sino a la artística en general. Toda la obra se mueve por distintos focos artísticos, y los dos actores que están en escena se adaptan a todo eso: música, movimiento, interacción, texto. Y todo sucede muy rápido.
Asesinato para dos podría hacerse en un patio de colegio, con el piano de los actos, y sería tan o más brillante que en una sala de la calle Corrientes. No se necesita mucho (?): 2 actores superhéroes, como Hernán Matorra y Santiago Otero Ramos, un director como Gonzalo Castagnino y un piano. Gracias por todo eso 🙌.
Carla Bleiz