Cuando una obra me moviliza siento, una vez más, que el teatro cura, exorciza, moviliza y reordena las fichas que a veces están tan duras y oxidadas ahí adentro nuestro. Celebro cuando encuentro ese tipo de obras. Claro que hay personas que odian angustiarse al ver productos culturales. ¿A vos qué te pasa en esos casos?
Teresa está liebre está ambientada con antigüedades, té y olor a bizcochuelo. Parece que todo se hubiera quedado en el tiempo, en la casa de alguna abuela rusa. Pero al escuchar a Teresa, vemos que esto ocurre en su ahora joven, en sus días, en sus espacios, con sus pérdidas, recuerdos, e inconclusiones.
“A las liebres si las apuntas con una luz se paralizan”, dice Conejo, y es que Teresa tiembla ante lo que hace foco en ella, lo que la vuelve transparente. Tiembla ante esos temas que menciona pero “igual no quiero hablar de eso ahora”.
Teresa está liebre hace zoom en Liebre: en sus síntomas psicofísicos como parte de un ir y venir de angustias y debilidades. Entre tanto de ese dolor el amor es lo que libera, “lo que te hace levantar todos los días”.
Carla Bleiz
Imagen: Pilar Boyle
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