“Es tanto lo que tiene que perdonarme, todavía más de lo que yo tengo que perdonarle a los otros» | Pájaro de barro

«En Felipa se establece un paralelismo con Ecuménico López, protagonista de otra gran obra del autor, Un guapo del 900. Ambos son muy jóvenes, criollos, pobres (casi descastados), accionando en una territorialidad ajena, donde los beneficios del mundo no los contemplan».

Sinopsis de la obra Pájaro de barro, de Samuel Eichelbaum.

¿Vieron cuando venís bárbaro y de pronto se te tensa el pecho, te angustiás y no entendés por qué? Bueno, seguramente el cuerpo fue sintiendo ese proceso pero no lo hiciste consciente, y por eso parece tan repentino. Eso me pasó con el monólogo final de Pájaro de barro que te rompe en mil pedacitos.

Antes de que empezara la obra miré un poco las butacas: tanto en el escenario como abajo de él, había un cruce de personas de distintas generaciones y segmentos socioculturales. Aún con la distancia epocal, la obra logra transmitir desde bien cerca una ruptura entre modos de concebir el rol femenino: Felipa, la protagonista, rompe y “se niega a recibir la cuota de humillación asignada por tradición a las mujeres de su condición”.

Pese a la lejanía temporal, la obra nos permite repensar esos resabios significantes en la época actual: ¿con qué elementos se construyen y cuáles permanecen hoy vigentes? La distancia nunca es tanta cuando se trata de construir un nuevo camino de emancipación.

Carla Bleiz

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