El ciudadano abre un itinerario sinuoso entre Perú, Argentina y Panamá, con sus distintos y similares marcos regulatorios y fragilidades institucionales. Franklin se va a vivir a Buenos Aires y vuelve a ser invisible, tanto como en su lugar natal.
La ruta que atraviesa y excede a las jurisdicciones está estampada con prejuicios y estigmas sobre el inmigrante por parte de la fuerza policial que lo para y lo interpela porque “no le ve perfil de turista”. Se hace un abuso de poder que transgrede los mecanismos oficiales e impone los propios:“le encontraron plata, se la quedaron y finalmente lo dejaron ir”.
Por otro lado, la institucionalidad quebradiza se percibe en la Defensoría Pública Oficial. en la que para el esclarecimiento o aceleración de un caso se pone en juego la mera voluntad individual de una trabajadora en detrimento del interés igualitario e igualador del organismo público.
Con el foco en la condición de inmigrante, también se vislumbran las falencias de la institución carcelaria. Se recluta a personas de orígen humilde y se reproducen y oscurecen los hábitos tortuosos por los que ingresaron.
El libro condensa dolores de una individualidad más colectiva que particular: una languidez en el funcionamiento de las políticas públicas que invisibiliza un verdadero hecho social.
Carla Bleiz