El cuerpo desmembrado: Daría mi memoria por volverla a ver

¿Qué es la locura? ¿Cuál es la línea divisoria entre la conducta considerada como parte de la normalidad y lo establecido como desequilibrio? ¿Cuán potente es la legitimidad de esa definición impuesta e instituida por el campo de la medicina?

Este tipo de preguntas se formalizan y pueden llegar a abrir posibles caminos de conocimiento sólo si se elige pensar y hablar sobre la locura desde una visión amplia, que no sólo incluya a quien percibe algún tipo de sintomatología sino también a la comunidad científica involucrada en el desarrollo del tratamiento.

Daría mi memoria por volverla a ver pertenece al tipo de productos culturales que invitan a reflexionar sobre cuestiones así de complejas pero de un modo cotidiano y sensible. De un modo realista y fantástico a la vez. De una complejidad con varios centros.

En alguno de esos ejes centrales hay un sujeto con conductas contradictorias, intensidades exacerbadas, desconocimiento de las propias actitudes, miedos, ambigüedad de acciones y motivaciones, y una incansable lucha interna entre cambiar conductas y quedarse atrapado en ellas. Es un sujeto que es “unidireccional: yo doy, doy, doy, pero no recibo”, y todo su mundo se construye en su mente sin poder escuchar(se) y saber qué le pasa a un otro.

Es que, como dice León, “la peor pobreza del loco es la soledad, y el peor peligro es el miedo. Pero si no te meten el miedo y la soledad ¿cómo te venden después la muerte en blister?”.

Recursos para destacar: La mezcla de tiempos y personajes, así como los diálogos entrecruzados. Cuenta con un muy buen guión.

Carla Bleiz

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