El contexto: Concierto ladimir Tsypin en violín (Orquesta Filarmónica de Nueva York), Sergio Feferovich en piano y dirección, y Coro Clave de Sí, 14 de abril 2016, Auditorio AMIA (Pasteur 633) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
Cómo empezó: Con el violinista ruso, la gran estrella invitada, y un hermoso piano. Sin embargo, ni bien comenzó me quedé obnubilada mirando a la señora que le pasaba las páginas de la partitura al pìanista.
Lo que me atravesó: La performance de la soprano Laura Sangiorgio, del Coro Clave de Sí. La vibración de su voz me llegaba a la piel, y me generaba ese dejo de tristeza que generan algunas canciones líricas clásicas.
Lo divertido: La construcción teatral organizada y condensada por Sergio Feferovich. Gracias a que me senté en la parte lateral del auditorio pude apreciar cada uno de sus movimientos de dirección hacia la orquesta: brazos extendidos y flexionados (con poco tiempo entre el cambio entre uno y otro), caras de desamparo y de fortaleza (ídem), ojos abiertos que completaban la lírica de quienes estaban frente a él.
Lo que me sorprendió: La lectura e interpretación de historias que acompañaban el solo de violín del ruso ladimir Tsypin. Eran graciosas y se encargaban de encauzar las micro-acciones imaginadas por uno al escuchar una canción.
Un objeto: El violín. Fue el centro desde el cual se construyó la coherencia interna de la interpretación escénica.
Una reflexión final: La integridad se genera intencionalmente. Se logró una completud articulada por la unión voluntaria de los elementos de voz, instrumento y parlamento. Por suerte (y trabajo) hubo un director que supo armar de varios momentos una obra entera.
Carla Bleiz