Mi primera obra de 2020 fue Sólo llamé para decirte que te amo, de Nelson Valente, y esa fue una de las mejores elecciones que tomé en lo que va del año (tomé muchas ya, che). ¿Por qué? Porque la obra es un equilibrio perfecto entre la emoción y la reflexión. Lo racional y lo emocional se condensan casi sin darnos cuenta en un laburo sin quiebres. Lo emocional es a veces drama pero muchas otras humor, y esa montaña rusa es muy difícil de lograr y genial cuando se logra.
Bueno, vayamos más adentro de la obra. En la sinopsis dice «Patricia vive con sus hijos mellizos, su madre, su hermana y la novia de uno de los hijos. Ella lleva la casa adelante. Hoy recibirá un llamado que cambiará su vida para siempre», pero ¿qué es necesario para llevar adelante un cambio radical? ¿Se trata de modificar estructuras, rutinas y prácticas que se vienen llevando a cabo o conlleva más cosas? ¿Se trata de círculos, personas, vínculos? ¿Qué elementos tienen que permanecer y cuáles deben irse? ¿Cuánto hay de adentro y cuánto de afuera? Todo eso nos hace pensar para pensarnos en un vínculo íntimo con un otre.
Ahora bien, volviendo al principio: ¿qué tiene que ver el equilibrio racio-pasional con el principio de año? No sé bien, pero puedo inferir que estas son las obras que termino disfrutando, y qué bueno arrancar el año así.
Carla Bleiz