Pero ¿qué ocurre a la hora de materializar una historia de secuestros, violencias, impunidad y miedo, tan arraigada en la historia argentina? ¿cómo se reinventa el dolor? ¿qué ocurre cuando es tan difícil evitar el golpe bajo? ¿cómo se equilibra la ficción con la herida que nos atraviesa colectivamente a cada momento?
Es una herida transversal que cruza personas, familias, grupos y generaciones. En un dolor que nos hace parte de un todo, nos muestra como parte de una misma identidad. Y por eso todos lagrimeábamos al unísono en un musical tan bien logrado.
El teatro sigue siendo una de las formas de autoconocimiento, social y colectivo, que aporta para la recontrucción de la identidad.
Como docente, además de comunicadora, me pregunto: ¿qué tal si lo incluimos más en las aulas para experimentar la historia de otro modo? ¿qué tal si salimos del pizarrón frío para sentir el movimiento? En definitiva, para todas nuestras corporalidades la «historia» no deja de ser un puro y eterno presente.
Carla Bleiz